Aquel que juzga negativamente a alguien, no está juzgando a ese alguien, se está juzgando a sí mismo.
Lo que ocultas y te molesta de ti, se lo arrojas al otro, sin darte cuenta que lo que ocultas te pertenece.
El otro es sólo una excusa que utilizas para lanzar todos los prejuicios que almacenas en tu mente, sin asumir tu propia experiencia inconsciente.
El que lo recibe se convierte en un espejo pasivo de ese prejuicio, y que no tiene nada que ver con la inconsciencia del que juzga.
Todo juzgamiento es una ilusión usada para formar un juicio u opinión negativa acerca de alguien, sin atreverse a descubrir porque lo hace.
Si honestamente estás consciente de esto, entonces, comprenderás y aceptarás a la otra persona tal cómo es y no como quieres que sea. Por lo tanto, te aceptaras a ti mismo tal cómo eres.
Es una aceptación consciente y mutua sin juzgamientos.
Antes de juzgar, mírate al espejo y después pregúntate honestamente si vale la pena juzgar o aceptar.
Tú decides conscientemente o te niegas inconscientemente.
Después de todo, tú eres el creador de tu propia experiencia humana y como tal eres responsable de lo que sale de ti.
