Cuando estás sólo contigo mismo y en silencio, te entregas completamente a Dios.
Porque Dios vive en el silencio y en ese espacio sagrado de tranquilidad y quietud empezaras una vida totalmente nueva.
Para experimentar el silencio, no necesitas hacer nada, más que permanecer en paz contigo mismo por un instante.
Hacer antes que ser, es irresponsabilidad.
Para ser, no tienes que buscar ni conseguir nada.
Ser tu mismo en silencio es suficiente para descubrir a Dios y sentir su presencia.
Porque Dios no es lo que tú piensas ni crees que es, por más hermosa que esa idea sea.
Dios no es una idea, es una experiencia silenciosa de calma y sosiego, y cuando tú te encuentres en ese espacio sagrado, estarás en paz contigo mismo y con los demás.
Recuerda, tu vida es una experiencia real y natural y no una idea mental ficticia.
Ten en cuenta que el silencio es todo lo que existe, es el comienzo y el final de la existencia.
