Si alguien me pregunta quién soy en este momento.
Yo diría, no lo sé, y que ni tengo la menor idea de quien soy.
No desde el conocimiento sino desde la estructura natural de la existencia.
Toda respuesta mediante un pensamiento es opuesto, engañosa y superficial a la realidad natural de la existencia misma.
Sin embargo, si quisiera responder a esa pregunta, tendría que hacerlo mediante el uso del conocimiento aprendido desde muy pequeño, tales como los nombres con los cuales me enseñaron a identificarme en relación con los demás para vivir en orden en la sociedad.
Cuando hago uso del pensamiento, me doy cuenta de que soy un hombre, un ser humano, un doctor, un ingeniero, un mecánico, ama de casa, un abogado, un maestro, Juan, Pedro, Maria, Argentino, Chileno, u sacerdote, un político, etc.
Esa es la respuesta más fácil de responder acerca de quien soy.
Pero, ¿Soy esos nombres? ¿Puede una palabra identificar quien soy?
¿Puede el silencio sin pensamiento identificar quien soy? ¿Quién soy en realidad? ¿Quién eres tú en relación conmigo?
Si en verdad quiero descubrir quien soy, un pensamiento, una idea o una etiqueta no pueden definir la identidad natural de mi existencia.
Cualquier cosa que yo diga mediante una palabra lo cual es un sonido no tiene ningún significado con el estado natural de la misma. Es solo un sonido.
Lo que llamamos la vida es un organismo vivo y natural con una inteligencia inmensa que no necesita del conocimiento del hombre para seguir funcionando en completa libertad de lo que se piense de ella.
Toda pregunta que hago para encontrar una respuesta es un pensamiento. ¿Entonces quien soy? ¿Quiénes somos? ¿Quién eres tú? ¿Puedo descubrir quien soy sin el pensamiento? Obviamente, el pensamiento es todo, ya que sin ello no podemos comunicarnos.